Alfama es el barrio más antiguo y uno de los más carismáticos de Lisboa. Esas calles que suben y bajan a lo largo de la montaña son lo que queda de la Lisboa medieval, de la ciudad acostada y protegida por el imponente Castillo de San Jorge. Aunque su nombre viene del árabe: los baños, el descubrimiento de un teatro romano, ahora en restauración y donde se realizan algunas funciones, justo junto a la catedral, demuestra que el barrio era el corazón de la antigua Lisboa, y su primer núcleo de población.  También hay pruebas de su habitación en la época visigótica, y posiblemente tomará su distribución característica durante la dominación musulmana. Durante muchos siglos fue considerado un humilde barrio de pescadores, hasta que el turismo le ha descubierto como uno de los asentamientos humanos más carismáticos del país.

La catedral Sé se podría considerar la puerta de entrada al barrio de la Alfama. En realidad algunos autores consideran que la catedral ya es parte de ese barrio. Pero si consideramos que el barrio está caracterizado como el lugar donde vivían los musulmanes, o los judíos, parece conveniente sacar un poco a la catedral del barrio. En cualquier caso la catedral funciona como una frontera y conexión entre dos zonas bien diferenciadas. La zona llana del Baixa y la montañosa de Alfama. Pues sí uno sea interna por las calles que suben la montaña desde el lateral de la catedral enseguida pasará por el museo de las ruinas romanas, dónde se realizan representaciones teatrales, para llegar más adelante al Castillo de San Jorge.

El castillo era la antigua residencia de los reyes en Lisboa. hasta que estos la trasladaron a la plaza del Comercio en el siglo XVI. Sus muros fueron restaurados a principios del siglo XX. aún así sigue siendo uno de los puntos más atractivos para los turistas que viajan en grupos organizados. La mayoría de ellos disfrutan de las bellas vistas que se tienen desde el castillo, y realizan un pequeño paseo por sus estructuras defensivas.

Dado el número de gente que se congrega habitualmente en torno al castillo y que para entrar en su interior hay que pagar una entrada de 10 €, nosotros recomendamos a los viajeros sensibles que se dirijan a la vecina Iglesia de la Gracia, pues a su puerta hay un mirador igualmente bello, con una cafetería en cuya terraza se puede tomar un café, un refresco coma o incluso comer, y además tendrán la oportunidad de visitar este iglesia, también interesante. así como el pequeño museo que está en su claustro. Es el llamado Museo de Lisboa, y aparte de algunas exposiciones temporales, cuenta con una exposición permanente de azulejos. En general grandes escenas históricas o religiosas descritas en azulejos de color azul y blanco.

Más allá de esta iglesia habrá que dirigirse hacia la otra vertiente de la montaña, la que se asoma al río Tajo en el Mirador de las Puertas del Sol. En realidad las vistas que proporciona este mirador son más bellas, pues el viajero, además de contar con las casas bajas del barrio ante sus ojos, tendrá el río extendiéndose como un mar hasta el infinito. Al estar el río más cerca que desde los miradores del otro lado el panorama es más interesante. Además entre los tejados rojos de las casas pequeñas aparecerán varias torres de iglesias importantes, y al fondo el Panteón.

Ese es propiamente el barrio de Alfama. un barrio que forma un pequeño laberinto de callejuelas, que tuercen de forma caprichosa en cada esquina, y qué proporcionan al viajero paisajes mágicos siempre cambiantes y siempre diferentes. Todo el barrio está salpicado de pequeños restaurantes que surgen donde uno menos se lo espera, y de tiendecitas elegantes que venden algunas ropa, artesanías o curiosidades.

Este barrio debe ser disfrutado con una combinación de paseos y descansos, pues realmente hay tantas cafeterías y restaurantes que parecen diseñados solamente para fundirse con el ambiente del barrio que el viajero debe tener tiempo para dejar seducirse por ellos, y vivir aunque solo sea por unos instantes ese ambiente de los siglos pasados.

Al final del barrio está el Panteón. Que se yergue enorme con su cúpula blanca y sus columnas majestuosas. Bajando hacia el río está el gran Museo Militar. Y a su lado la estación de Santa Apolonia, de dónde salen los trenes de alta velocidad tanto para Oporto y Coimbra como para Madrid. Más allá siguiendo la orilla del río se puede llegar al museo del azulejo. Volviendo de este barrio hacia la plaza del Comercio, en la parte baja que se enfrenta al río pasaremos antes por la famosa Casa de los Picos, que tras las maravillas de este barrio es posible que deje al viajero un poco indiferente.

Dado que las continuas subidas y bajadas hacen la exploración de este barrio una tarea cansada, algunos viajeros lo recorren desde el tranvía número 28, que atraviesa sus calles principales,  algunas veces lleno de turistas.