Belén es un pequeño pueblo situado a 4 km de Lisboa. Bien comunicado por varias líneas de autobuses y por el tren de cercanías es una visita obligada para todos los que quieren conocer la capital lusa. Esto es debido a que en Belén se concentran algunos de sus mejores monumentos, cómo es el Monasterio de los Jerónimos, o la Torre de Belén, ambos declarados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, y una buena muestra de la importancia que tuvo esta localidad en las actividades marítimas portuguesas.

La mayoría de los viajeros dedican medio día a esta pequeña ciudad, centrando sus actividades en el Monasterio de los Jerónimos. En realidad una visita tranquila de este monasterio con todas sus dependencias solo requerirá unos 60 o 90 minutos. Ante él hay un bello parque que suele estar muy tranquilo y que puede ser un buen lugar para disfrutar de una visión panorámica que permita entender la grandeza de ese monasterio.

Tras el parque está el nuevo monumento a los descubrimientos, con la forma de una calavera que parece entrar en el río Tajo e iniciar su navegación, y siguiendo más allá hacia la desembocadura del río, tras atravesar una pequeña “marina” con yates de recreo que servirá para recordar el carácter marinero de la zona, en unos 10 minutos nos encontramos con la carismática Torre de Belén. Observando su cuidada decoración se hace difícil pensar que desde esta torre se protegiera la entrada al río desde el mar, y que estaba pues en la primera línea de defensa de la ciudad ante posibles ataques enemigos. Más allá aún se encuentra el Museo del Combatiente y el moderno monumento a los Combatientes de Ultramar.

Pero Belén cuenta con otros muchos atractivos qué pueden animal a dedicar más tiempo a la ciudad, aunque la mayoría de ellos son visitas un poco especializadas. Me refiero a los dos grandes museos, el Museo Nacional de Arqueología y el Museo de Marina, que por cierto comparten uno de los edificios del Monasterio de los Jerónimos, el Planetario Gulbenkian que está justo en una pequeña plaza a la salida del Museo de Marina.

Tal vez incluso más interesante para el viajero interesado en el arte sea el nuevo Centro Cultural de Belén, abierto en la parte occidental del complejo monumental, dónde suele haber interesantes exposiciones temporales.

Como en toda Lisboa el viajero va a encontrar en Belén una amplia gama de restaurantes. Algunos se han establecido para aprovechar al máximo las bellas vistas al río, otros tal vez más sencillos están en la animada calle donde paran los autobuses de vuelta a la ciudad.

Dado que Belén está en el mismo camino que siguen los trenes que van a Estoril y Cascais, sería mala idea compaginar la visita cultural de este pueblo, con los aspectos más lúdicos que toma la visita a Estoril.

Para los viajeros que por el contrario están interesados en la cultura, la propuesta sería dedicar la mañana a la visita de Belén, hay que tener en cuenta que el Monasterio de los Jerónimos no abre hasta las 10, comer en esta misma ciudad y realizar una visita vespertina, de vuelta a Lisboa, del Museo Nacional del Arte Antiguo, que está justo a la entrada de Lisboa hacia Belén.

Y los aficionados a la ingeniería y las grandes obras modernas, deben aprovechar el desplazamiento a Belén para hacer una parada ante el impresionante Puente 25 de Abril, que con sus 2.227 metros es el puente colgante más largo de Europa.