El animado Templo Dorado de Kunming en los primeros años del siglo XX

Yunnan fu [Kunming] está rodeada de bonitos lugares para excursiones, así que partimos una buena mañana en nuestras sillas para visitar un templo de metal a unos cinco kilómetros de distancia, llamado «Jin Dian», es decir, «Templo Dorado». Mientras pasábamos por los campos de frijoles de dulce aroma vimos a muchos niños disfrutando de los columpios, algo que no habíamos visto antes en ninguna otra parte del país. Pronto llegamos al pie de las colinas y ascendimos a través de bosques llenos de un delicioso aroma; pero los árboles nos eran bastante desconocidos, y no pudimos determinar si el aroma provenía de ellos o de la maleza.

El templo estaba bellamente situado en la ladera, y los patios se elevaban uno sobre otro, con largos tramos de escaleras que conducían de uno a otro. En la parte superior del primer tramo había un arco coronado por un templo que contenía un pequeño «dios de la literatura» de madera. El diseño de la portada de » The Face of China» es el dios de la literatura: en una mano sostiene el pincel y en la otra una tabla, y está apoyado en un solo pie sobre un pez. Doolittle lo explica así: «Hay dos estrellas que los chinos dicen haber descubierto que supervisan los asuntos de este mundo relacionados con la literatura y el lápiz. Una de ellas, Kui Xing, se dice que es la decimoquinta estrella de la vigésimo octava constelación, que responde a partes de Andrómeda y Piscis».

Una variada colección de dioses se alineaban a los lados del patio en pasillos abiertos, pero estaban muy descuidados y en un estado de aspecto ruinoso. En lo alto de los escalones había una terraza en la que había un fino árbol de camelia en plena floración, y otros arbustos, mientras que grupos de estorninos blancos y negros parlanchines animaban la escena. Otro tramo de escaleras conducía a un patio en el que estaba el templo de cobre fino, pintado de negro y oro, situado en una plataforma hecha del célebre mármol de Dalí. Una bandera metálica y campanas que tintineaban al viento colgaban de un asta de bandera adyacente, y otro árbol de camelia era una hoja de flores rosas que se erguía en glorioso contraste detrás del templo cerca de una puerta.

Este portal conducía a otro patio, donde había habitaciones que podían ser alquiladas por cualquiera que quisiera pasar unos días allí. Los europeos suelen utilizar estos templos en las colinas cuando hace calor, incluso habitando a veces las mismas habitaciones que los dioses, de los cuales se hace un nuevo uso como clavijas para colgar la ropa en lugar de los armarios, un procedimiento que en ningún caso sorprende a los adoradores chinos.

No éramos de ninguna manera los únicos visitantes de los templos. Había una gran cantidad de sillas esperando en los patios. Algunas personas estaban jugando, otras comiendo, otras tumbadas en sofás fumando opio o admirando la vista; pero del culto no había ninguna señal. Mientras dibujaba, algunas mujeres se acercaron a mirar y tuvimos una pequeña conversación (estrictamente limitada, debido a mi ignorancia). Llevaban hermosas orquídeas que decían haber recogido en las montañas. De hecho, Jin Dian es para Yunnan Fu lo que Richmond es para Londres.

Traducido de E. G. Kemp, “The Face of China”. Nueva York. 1909.

Imagen: La pintura es de la propia autora, incluida en esta obra.