Daxu es una pequeña aldea situada a la orilla del río Li, a unos 30 kilómetros de Guilin. No sé si es debido a su situación, al otro lado del río, o al hecho de ser desconocida por las guías de viaje internacionales, es uno de los pocos rincones de auténtica paz que aún quedan en esta región cada vez más densamente visitada. Desde hace muchos años veo continuamente intentos de explotar turísticamente esta belleza de ciudad, pero hasta el momento estas iniciativas han tenido un éxito moderado lo que hace que todo viajero que visite Daxu quede satisfecho con la experiencia.

Un mercado a la orilla del río

En la época en que la mayor parte del transporte se realizaba por vía fluvial, Daxu era puerto de parada obligado en la gran ruta que comunicaba el mar desde Cantón con Guilin, y luego con el centro de China, y de hecho, antaño Daxu era considerado como uno de los 4 mercados importantes a la orilla del río Li. Desde la construcción del ferrocarril su importancia fue decayendo, y los tiempos de la gloria de Daxu ya se han olvidado hace mucho, pero en su zona central, que aún se encuentra bien conservada, quedan numerosas huellas de su próspero pasado.

Una visita atenta nos permitirá conocer numerosos detalles de la vida cotidiana en la región durante la primera mitad del siglo XX, aún quedan casas señoriales, algunas que los propios habitantes enseñan, a veces esperando una propina, que son los mudos testimonios de su próspero pasado. Descoloridas por la continua humedad del trópico, los patios de las casas, y sus habitaciones, esconden tesoros de la artesanía y la decoración tradicional china.

Altares a los antepasados en Daxu

Antiguamente cada familia mantenía en su casa un altar en honor a los antepasados, ante el que se realizan ofrendas por el cabeza de familia. A veces cada día por la mañana y por la tarde, se ponía un poco de incienso, licor o arroz ante su imagen (pintada después de la muerte), otras veces se les veneraba solo en las fiestas principales.

Un paseo por Daxu nos permitirá descubrir este aspecto importante de la tradición china. Eso sí, adaptado a los tiempos modernos, pues muchas de las casas han recuperado sus altares a los antepasados y junto a ellos han colocado algunos posters de las deidades principales de su religión, a veces se ven imágenes de la diosa budista de la misericordiosa Guanyin, otras del Dios de la Longevidad taoísta, una simple cita del Corán en escritura árabe en las casas de las familias musulmanas, o algún retrato de Mao Zedong, sólo o acompañado de sus más famosos generales. Todos contribuyen a proporcionar protección a  la familia.

Los pequeños museos de Daxu

En ese esfuerzo por atraer a los turistas a Daxu en los últimos años, algunas de las casas restauradas, o en algunos casos reconstruidas, se han convertido en pequeños museos, que generalmente con gran gusto, exhiben colecciones de objetos relacionados con la cultura popular de la zona. Entre ellos destacan:

Tienda de Ropa de Guangchang, construida originalmente a principios del siglo XX, como la casa familiar (utilizada al mismo tiempo como tienda) de Gao Guangchang, un comerciante de seda y otras telas que llegó a ser considerado uno de los 4 comerciantes más adinerados de la ciudad.

Antiguamente esta era la casa más grande de Daxu. Está construida con madera y ladrillo y tiene un tejado de tejas azules. Tiene tres grandes salas a la entrada y otras cuatro en la parte posterior. La parte trasera se eleva cuatro pisos. Cuenta con un patio en la entrada y otro posterior, este último con un estanque.

El Templo Hanwang, construido en honor del fundador de la dinastía Han por un rico comerciante apellidado Liu, como el famoso rey, del que se decían descendientes. Antes de 1949 se realizaban las grandes ceremonias de barcos dragón delante de este templo.

La Casa de la Familia de la Cabeza del León. Esta es la casa de una familia que desde el siglo XVII se dedica a fabricar cabezas de leones, utilizadas popularmente en los famosos Bailes del León, en los que toda esta provincia de Guangxi era famosa. Ya van nueve generaciones de artesanos dedicados al mismo negocio.

La visita a Daxu

Para la visita a Daxu hay que reservar por lo menos medio día, por la mañana más tranquilo y más animado por la tarde, aunque los viajeros que dispongan de tiempo pueden pasarse el día entero y comer en alguno de los restaurantes que se han abierto en la isla del río Li frente a Daxu.

El recorrido que recomiendo es dirigirse primero hasta el cruce con el embarcadero, y pasear luego hacia la izquierda por la calle antigua. De momento se puede pasar de largo despacio, ante la entrada de las casas museos y las tiendas. La calle acaba en un puente de piedra, hay que cruzarlo, pues detrás se encuentra una de las calles más bonitas de la zona, demarcada por dos puertas de ladrillos antaño usadas para protegerse de los incendios. Allí casi todas las casas son originales.

Después uno debe volver sobre sus pasos, y dedicar su tiempo a las compras (los de compras, yo las odio, pero hay cosas bonitas) o a visitar por lo menos una de estas casas museos.

Al volver al cruce del río queda a la derecha el tramo de calle que no tiene absolutamente ningún desarrollo turístico. Hay veces que las casas están abiertas, y sus moradores saludan a  los viajeros, otras están cerradas.

Los que quieran cruzar el río para ir a la isla o dar un crucero por el río Li, descubrirán el embarcadero justo enfrente del cruce.

Conclusión

En general el pueblo está tranquilo. Con sus calles empedradas, sus casas de madera, y unos habitantes amables que acogen cariñosos a los visitantes. Algunos de ellos se han convertido en guías ocasionales de sus propias casas o negocios artesanales, y no es raro encontrar al carpintero en sus labores, al farmacéutico, o a mujeres secando guindilla.

En general Daxu respira paz, y su visita puede ser una buena oportunidad para conocer esa China rural que siempre parece escaparse.