A pesar de los notables atributos que tiene la Iglesia de Nuestra Señora de la Gracia es famosa entre los viajeros por dos elementos solo ligeramente relacionados con su historia: por el magnífico mirador que tiene a su puerta, como es de esperar con una de las cafeterías más agradables de la ciudad, y por la exposición permanente de azulejos con historias que narran las vidas y sufrimientos de algunos de los más esforzados misioneros portugueses.

 Cualquiera que siga callejeando tras la visita del Castelo de San Jorge llegará tarde o temprano es esta iglesia, situada de hecho en la más alta de las colinas de Alfama. El convento fue construido originalmente en el siglo XII y reconstruido tras ser destruido durante el terremoto de 1755. Tiene la estructura de una sola nave en cruz, con pequeñas capillas, casi nichos para venerar a determinados santos y vírgenes, a sus dos lados.

Todos los altares laterales siguen el mismo patrón de estilo barroco-rococó, de moda en la Lisboa de entonces, con una escultura del personaje al que están dedicados en el centro, enmarcada por columnas a sus dos lados, y generalmente una peana que realza su posición. Al exterior de la puerta definida por las columnas suele haber otras esculturas de ángeles o personajes secundarios, mientras que el techo abovedado presenta símbolos comunes a los monumentos cristianos.

Mientras que la bóveda en la cruz no es especialmente llamativa, el presbiterio, siguiendo el modelo de las capillas laterales, las supera en tamaño y complejidad de la decoración elevándose entre columnas majestuosas hasta el techo del templo.

La segunda característica interesante de este templo es que el convento a él adosado se ha convertido en un sencillo museo (llamado Museo de Lisboa), que cuenta con una buena colección de azulejos de los siglos XVII y XVIII.

En ellos se describen escenas del martirio de algunos de los misioneros portugueses muertos en tierras lejanas a causa de su labor evangelizadora.

Esta breve descripción de los elementos clave de la Iglesia de Nuestra Señora de la Gracia debe servir para animarse a tomarse algo desde su magnífico mirador.