El confucianismo estableció durante sus casi 500 años de vigencia una clara jerarquía de valores en la sociedad coreana que todavía sigue muy presente. En el hogar, el orden se mantiene mediante la obediencia a los superiores, lo que significaba que los hijos debían obedecer a los padres, la mujer al esposo, los criados al amo, etc. El cabeza de familia daba órdenes estrictas y el resto de la familia obedecía sin cuestionarle. Este estilo de vida jerárquico se llevaba a la práctica también en el lenguaje. De hecho, el coreano tiene diferentes formas para dirigirse a una misma persona dependiendo de si quien habla es hombre o mujer, y menor o mayor. Aunque los grandes cambios que ha sufrido la sociedad coreana en los últimos años han diluido la influencia del confucianismo, todavía permanece muy arraigado en la vida diaria.

La fidelidad paterna asume la enorme deuda de los hijos para con los padres y, por extensión, de la familia para con sus antepasados. Exige, asimismo, estricta obediencia, respeto a la autoridad y un cuidadoso cariño a sus mayores y antepasados, pero no sólo ritualmente, sino también económicamente. En las fábulas y leyendas coreanas abundan las historias de abnegados hijos e hijas, y de fidelísimas esposas que arriesgaban la vida para demostrar su lealtad a la familia. Uno de los cinco valores éticos más estimados por la sociedad coreana era, de hecho, la obediencia al gobernante.

Las mujeres jóvenes no solían tener ningún contacto con los hombres, e incluso las casas estaban divididas atendiendo a cuestiones de sexo: las habitaciones exteriores o saranbang eran para los hombres, y las interiores o anbag, para las mujeres. Al contraer matrimonio, la esposa debía abandonar su familia para entrar a formar parte de la familia del marido. Sus principales funciones como esposa eran dar a luz a un hijo varón y cuidar a los mayores y antepasados de la familia del marido. A la hora de la herencia, mientras que por un lado el hijo mayor era el que se llevaba la mayor parte de los bienes del difunto, las mujeres quedaban excluidas. A cambio, el hijo mayor solía ser el que se encargaba del cuidado de la tumba de los antepasados. Hoy en día, la mujer está plenamente incorporada al mercado laboral, aunque la gran mayoría también continúa encargándose de las tareas domésticas y del cuidado de niños y mayores.

El chokpo es el libro de familia de los coreanos que hereda el hijo mayor y que registra el árbol genealógico de la familia, las fechas clave, los lugares donde están enterrados los antepasados, etc. Hoy, la información del libro de familia también se almacena en cd rom.

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