La puerta de Yongdingmen, al sur de la ciudad, recientemente restaurada, era el extremo meridional de la vía imperial, el eje central que cruzaba la ciudad de sur a norte, y en torno al que están alineadas sus principales construcciones.

Pues como ya se ha comentado la planificación de Beijing siguió una serie de conceptos urbanísticos que enfatizaban la armonía entre el yin y el yang y los cinco elementos, así como la centralidad de la posición del emperador en la ciudad, y a través ella, en el universo.

La armonía entre el yin y el yang se distingue todavía al considerar la ciudad como un todo, pues la mayoría de los lagos y reservas de agua, que se considera pertenecen a la esfera de lo oscuro, o yin, se encuentran en la parte oeste de la ciudad.

Los cinco elementos se ven enfatizados por la construcción de los distintos altares en los cuatro puntos cardinales: El Templo del Cielo (al sur), el de la Tierra (al norte), del Sol (al este, por donde sale), de la Luna (al oeste, yin). Así como el Altar del Suelo en el centro. La presencia de los templos de la Luna y el Sol respectivamente en la parte occidental y oriental de la ciudad contribuyen a mantener la armonía entre el yin y el yang.

La vía imperial como tal cruza toda la ciudad del sur al norte, atravesando en su recorrido la Puerta Zhengyang, la plaza de Tiananmen (el Mausoleo de Mao Zedong y el Monumento a los Héroes de las Guerras Revolucionarias), la Puerta de Tiananmen, las principales salas de la Ciudad Prohibida (incluyendo el propio trono imperial dentro del Salón de la Armonía Suprema), la Colina del Carbón y las Torres del Tambor y la Campana.

El propio centro de la ciudad sigue el diseño propugnado en los Ritos de Zhou hace más de 2000 años: “para una capital imperial, primero hay que establecer la sede imperial, luego el Salón Ancestral a la izquierda y el Altar del Suelo a la derecha.”