Cualquier viajero que llega a Madrid se queda sorprendido en primer lugar por la animación de sus calles, la cantidad de sus bares y la incansable actividad de sus habitantes.

La animación de las calles es una costumbre que viene de lejos, originada posiblemente en la continua interacción social de los vecinos en las antiguas corrales, casas de pisos con un patio en el centro y corredores cubiertos que dan a las puertas de cada vivienda. La cultura de los bares es una característica común a todas las ciudades españolas, pero siendo Madrid la más grande de todas, la cantidad, calidad, variedad y animación de los  mismos es única. En cuanto a la incansable actividad de sus ciudadanos, de la que he sido protagonista durante algunos años de mi vida, basta recordar al que llega que la ciudad cuenta con suficientes elementos humanos para hacer las noches interminables: una importante cantidad de viajeros, otra no menor de trabajadores que acaban sus jornadas tarde en la noche, y que consideran, como cualquier otro trabajador español, que tienen derecho a tomarse una caña antes de  volver a casa, y un importante número de jóvenes en una franja de edad en la que único que parece importar es comerse el mundo cada día, y eso sí, estar a la mañana siguiente puntualmente trabajando.

La fiesta no se trata solo de beber y comer, y de interactuar socialmente con los seres humanos cercanos, sino que contiene un importante componente cultural, y no hay día en que la ciudad no protagonice estrenos de cine o teatro, inauguraciones de exposiciones por los autores más apreciados del momento y un sin fin de charlas y conferencias sobre cualquier tema que uno pueda imaginar.

Para el viajero que llega de lejos los días en Madrid se llenan de actividades, que le van abriendo un mundo, una cultura, y un gusto por los placeres de vida que en esta ciudad se manifiesta como en pocos lugares de nuestro mundo.

Pues esta animación humana forma parte de una exuberancia artística que no admite parangón, en apenas unos cientos de metros del Paseo del Prado se concentran tres de los museos de arte más importantes del mundo: El Museo del Prado, el Thysen-Bornemiza y el Centro de Arte Reina Sofía, y el camino que conduce hacia el otro monumento emblemático de la ciudad: El palacio Real, está tan plagado de lugares únicos, que se necesitará una vida entera para disfrutar de todos ellos. Esto hace de Madrid una de estas pocas ciudades a que los viajeros visitan cada pocos años, recreando cada uno su personal Ruta del Descubrimiento.

Para atraer más a esos visitantes que ya son fieles la mayoría de los museos e instituciones artísticas más importantes de la capital tienen reservados algunos de sus mejores espacios a la realización de exposiciones temporales, terreno en el que compiten con otras grandes entidades culturales como Caixaforum, Palacio de Gaviría, etc. En definitiva, siempre hay un pretexto de importancia para visitar Madrid y una  razón cultural de peso para volver a ver a los viejos amigos y disfrutar, al menos ante unas cañas y unos aperitivos, de las últimas novedades gastronómicas de la capital.