La ciudad de Jaca está rodeada de parques naturales e innumerables  rutas bien marcadas que se introducen en las montañas y valles que la rodean. Pero para los que no desean hacer rutas fuera de la ciudad se han creado varias zonas ajardinadas que funcionan como pulmones, cuidando el aire de la ciudad y permiten a sus habitantes y visitantes, dar pequeños paseos que sin abandonar la ciudad consiguen recuperar el contacto con la naturaleza. Su esmerado cuidado y las plantas y animales que lo pueblan los hacen recomendables para todos los viajeros, especialmente durante la primavera y el otoño, cuando sus árboles y plantas les proporcionan unos colores extraordinarios.

El primer parque situado en el centro de la ciudad se empezó a construir en 1903 y sus 600 primeras plantas fueron donadas por el Marqués de la Cadena. En 1923 se adquirieron más terrenos y a sus lados la burguesía de la época construyó palacetes, que un siglo después siguen asombrando a quien pasea por él. Su nombre ha ido cambiando y actualmente se llama Parque de la Constitución. En su interior hay unas cincuenta especies entre plantas y árboles: abetos, abedules, acebos, tilos, olmos, tejos, etc., que sirven de refugio a infinidad de pájaros, tanto estacionales como permanentes, así como a simpáticas ardillas.

Este parque alberga un quiosco de música que, sobre todo durante las tardes de verano, es animado por bandas musicales. Si se pasea hasta el final del parque se puede ver la escultura de dos enamorados que se deleitan con las vistas que ofrece el llamado “rompeolas”, rodeada de fuentes y figuras. En realidad se asoman a un hermoso valle sembrado de pueblecitos. Este es uno de los mejores lugares para disfrutar de un atardecer rojo y hermoso.

En el norte, ya saliendo hacia Francia podemos recorrer el Paseo de La Cantera, un paseo de unos 2 kilómetros que comienza en la fuente de la salud y discurre junto al rio Aragón. Fue en 1956 cuando se decidió hacer este paseo por el mismo recorrido de un antiguo camino y por su situación era el lugar refrescante que buscaban los visitantes de esos años y con el tiempo se ha convertido en un espacio necesario para los habitantes de la ciudad.

Es un lugar ideal para hacer deporte, pasear o leer entre castaños de indias, encinas, pinos, cipreses, cedros o grandes álamos blancos.  En las oquedades de sus árboles, algunos centenarios, conviven carboneros, trepadores azules o herrerillos. Las ardillas son relativamente fáciles de ver correteando por el césped antes de volver a subir a un árbol. Su parte final se une al Paseo de la Constitución y la preside una escultura dedicada a la Jacetania del afamado vecino Ángel  Orensanz.

Más moderno en su construcción pero no por ello menos interesante es el parque de San Lure. Fue construido a finales del siglo XIX, era antigua residencia de la familia Díaz Prada y ocupa los terrenos del jardín de Villa María. En 1992 cuando el Ayuntamiento lo convirtió en jardín público y construyó en su parte baja un auditorio al aire libre. Se trata de un jardín con varios niveles donde los caminos se entrelazan en un romántico paseo bajo la sombra de magnolios, tejos, nogales y otros árboles. Un buen lugar para descansar unos minutos bajo la pérgola, muy próxima a un bosquete de abetos rojos y delante de una de las dos pequeñas fuentes con las que cuenta el parque.

La última apuesta por la naturaleza urbana del Ayuntamiento ha sido el recién creado sendero de los miradores que en algo más de 12 km bien señalizado recorre perimetralmente la ciudad y acerca al caminante a los lugares más hermosos del extrarradio, incluyendo pueblos y puentes, hermosas vistas y caudalosos ríos. Al discurrir alrededor de Jaca pude hacerse completo o por tramos y es una manera cómoda y segura de pasear por la naturaleza y descubrir tesoros escondidos.