Antes de Altamira, antes de Atapuerca, por el territorio de Teruel campaban a sus anchas unos enormes animales: Los Dinosaurios. Vivieron entre 230 y 70 millones de años antes de nuestra era hasta que, según los estudios más recientes, un meteorito chocó contra la tierra y esa enorme explosión destruyó todos los seres que tenían un tamaño mayor a 10 cm. Ese fue el final de estos grandes vertebrados que en su paso nos dejaron gran cantidad de huellas y fósiles que nos han permitido recrear tanto su morfología como su hábitat.

La zona de Teruel en aquellos años era muy diferente a nuestros días, era pantanosa, tenía gran cantidad de vegetación y un clima cálido. Un hábitat perfecto para la vida y propagación de los dinosaurios. Eso ha hecho que los descubrimientos de restos de dinosaurios en la zona hayan sido muy frecuentes. Hubo dinosaurios acuáticos y terrestres, herbívoros y carnívoros, algunos voladores y otros que corrían muy rápidos. Cada uno fue buscando su supervivencia y consiguiendo un equilibrio que se rompió con la gran explosión.

Para llamar la atención de turistas y visitantes, a ese mundo de dinosaurios que se descubre en Teruel se le ha denominado “Territorio Dinópolis”. Esto engloba tanto el grupo de paleontólogos que siguen investigando los muchos hallazgos que todavía se encuentran como unas sedes que cuentan con museos y actividades lúdicas dar a conocer esa época lejana en el tiempo aunque cercana para todos, pues los nuevos descubrimientos están a la orden del día, haciendo que las teorías evolucionen continuamente.

El centro interpretativo más grande y sede central está en la propia ciudad de Teruel. Este centro ha reunido varias de las piezas recogidas en la provincia y gracias a la colaboración con otros países también presenta piezas del resto del mundo. Aquí, en una sala visible, los paleontólogos trabajan cada día en fósiles reales y preparando réplicas. También se exponen enormes esqueletos como el del dinosaurio más grande de Europa, el Turiasaurus Riodevensis, encontrado en Riodeva a pocos kilómetros de Teruel, que tuvo unas dimensiones descomunales de 40 m de largo y 40 toneladas de peso.  Otro de los reyes de la exposición es el conocido Tyrannosaurus Rex un carnívoro terrible.

El periplo por esta época nos llevará a la fase de extinción donde explica su extinción y la aparición de los primeros homínidos que tuvieron que luchar con animales del tamaño de mamuts de los que también nos presentan un enorme fósil. Todo esto se presenta de un modo lúdico con atracciones, proyecciones en 3D y teatros que hacen que la visita sea además de muy interesante muy divertida.

Otras sedes nos muestran la vida en otros hábitats, como “Mar Numus” que muestra la vida marina. Mar Numus está enclavado en la sierra de Albarracín, un enclave natural y artístico que le da un valor añadido

En la sede de Castellote el “Bosque Petreo”, basado en la paleogeografía, muestra las plantas y cómo era el paisaje en aquellos años, con fósiles de enormes árboles que quedaron sepultados y se convirtieron en piedras y carbones.

Ambarina en Rubielos de Mora es por su calidad uno de los referentes mundiales en este tipo de fósiles, insectos que quedaron envueltos en ámbar y éste en carbón, gracias a lo que se puede ver con detalle insectos pequeñísimos, casi microscópicos que de otro modo no habrían llegado a nuestros días. Todavía hay 4 sedes más: Titania, Valcaria, Legendark e Inhospitak, que son un placer para los investigadores.

Las investigaciones siguen y muchas de las excavaciones tienen zonas de exposición para que el visitante se pueda meter por un momento en el papel del investigador que descubre unas huellas o un estrato donde hace millones de años pisó el animal más grande nunca visto sobre la faz de la tierra.