Yangon (antes llamada Rangún) es la ciudad más grande y moderna de Myanmar y hasta hace pocos años era la capital del país. Es una gran aglomeración urbana en la que los distintos distritos están separados por grandes extensiones de parques o pagodas, lo que hace la comunicación entre las diferentes partes de la ciudad un poco pesada y los atascos una experiencia cotidiana. Aunque Yangon es una ciudad grande y moderna, basta poner el pie en el aeropuerto y acercarse al centro de la ciudad, para descubrir que es a la vez el epicentro de un país exótico: hombres y mujeres con faldas, con las caras extrañamente maquilladas, altares casi en cada árbol, pequeños cántaros de agua para que beba la gente y una vegetación exuberante que parece envolverlo todo.

La estructura de la ciudad delata su historia reciente. El asentamiento original birmano construido alrededor de la sagrada pagoda Shwe Dagon fue completamente arrasado durante la conquista británica. En su lugar surgió una ciudad puramente europea, un entramado de callejuelas perfectamente cuadriculadas extendidas a lo largo de la orilla del río. Hoy en día están numeradas, y recorrérselas de una punta a otra requerirá un par de horas. Una serie de grandes edificios, administrativos, educativos, religiosos o militares, ahora envueltos en frondosas arboledas, y algunos grandes lagos, rodeaban y bordeaban esta zona antigua. Más allá han surgido, con el crecimiento de la ciudad, nuevos barrios residenciales, hoteles y edificios de oficinas.

Yangon es la puerta de entrada al país para la mayoría de los turistas, una ciudad fieramente humana, supone con su abigarrada concentración de poblaciones todo un reto para el viajero. Un esfuerzo que se verá recompensado con sus magníficas atracciones, especialmente la Pagoda Shwe Dagon, el Museo Nacional y el Barrio Colonial. Estas tres atracciones destacan por su exuberancia e incluso exageración, su visita estará llena de momentos estelares que ayudaran a olvidar el cansancio, el calor y las multitudes con las que uno se puede encontrar.

La historia de Yangon está estrechamente ligada a la de su monumento principal, la pagoda Shwe Dagon. De hecho, su nombre original era Dagon, originalmente un pequeño pueblo de pescadores fundado hacia el siglo VIII por los Mon. Tras el colapso de Bagan en el siglo XIII y el traslado de la capital a Bago, Dagon se convirtió en un centro de cierta importancia religiosa. A la mitad del siglo XIV el rey Binnya U erigió en Dagon una pagoda de 18 metros de altura, que sucesivos reyes fueron ampliando en los siglos siguientes, convirtiendo a la ciudad en un importante centro religioso, admirado por los viajeros y exploradores.

En 1583 Gasparo Balbi escribía; «Hemos llegado a la bella ciudad de Dagon, está finamente asentada, orientada al suroeste… a la derecha hay una gran calle con una anchura de unos 50 pasos, en la que vimos casas de madera dorada y adornadas con jardines bien cuidados”. En esa época era ya famosa la Feria de Dagon, que atraía comerciantes de las regiones y países cercanos. Además, el río Bago empezó a llenarse de sedimentos que hicieron la navegación cada vez más difícil, por lo que Dagon también se convirtió en el centro comercial del sur de Myanmar.

Cuando el rey Alaungpaya (que fundó la última dinastía) conquistó el sur de Myanmar a mediados de la década de 1750, desarrolló Dagon como puerto y lo rebautizó con el nombre de Yangon («El fin de la lucha»), nombre que más tarde fue transliterado como Rangún por los intérpretes que acompañaban a los británicos. Yangon se convirtió en uno de los más importantes centros comerciales del Sudeste Asiático. Cientos de estupas de ladrillo salpicaban su paisaje en el siglo XIX, pero sólo una veintena de ellas se encontraban en buen estado y recibían culto.

 Los británicos pusieron sus ojos en Myanmar y capturaron la ciudad durante la Primera Guerra Anglo-Birmana (1824-1826). La ciudad fue destruida durante la Segunda Guerra Anglo-Birmana de 1852, y posteriormente se transformó en el centro comercial y político de la Birmania británica.

Los británicos trazaron la nueva ciudad sobre un plano en cuadrícula, establecieron hospitales y universidades convirtiendo a la ciudad en una mezcla de edificios coloniales y otros tradicionales de madera, con grandes parques y lagos. Surgiendo a fines del siglo XIX suburbios residenciales al norte del lago Real (Kandawgyi) y alrededor del Lago Inya.

Después de la Primera Guerra Mundial, Rangún se convirtió en el centro del movimiento independentista birmano. Las huelgas nacionales de protesta contra el dominio colonial británico que tuvieron lugar en 1920, 1936 y 1938, todas comenzaron en Yangon. Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo bajo ocupación japonesa sufriendo graves daños. La ciudad fue retomada por los aliados al final de la guerra.

Yangon se convirtió en la capital de Myanmar en 1948, cuando el país se independizó. En la década de 1990 se produjo un auge de la construcción con la creación de nuevos edificios de gran altura.  

En 2005, la capital política de Myanmar se trasladó a Naypyidaw, unos 370 km más al norte. No obstante Yangon sigue siendo el centro económico y comercial del país.

Yangon es el punto de llegada de la mayoría de los vuelos internacionales, por lo que la mayoría de los viajeros internacionales se ven obligados a para en la ciudad. Tiene además tres visitas imprescindibles para todo el interesado en conocer Myanmar:

– La Pagoda Shwe Dagon, la más venerada.

– El Museo Nacional. Que concentra la mayor colección de tesoros y obras de arte del país.

– El barrio colonial. El mayor barrio de estilo europeo que haya quedado en ningún país asiático.